Les contamos nuestra historia:
Una sala de juegos de un Hospital
Municipal de Salud Mental llena de pacientes graves,
en su mayoría psicóticos. Cuarenta
y tres Acompañantes Terapéuticos hablando,
jugando, cantando, corriendo, yendo y viniendo con
niños de la mano, o detrás de ellos...
Juguetes, hojas, pinturas, equipo de música.
Al principio, sólo una
reunión semanal de Coordinación; luego
supervisiones; organización de múltiples
talleres (tantos como propuestas animosas se presentaran);
más tarde, presentación en ateneos
internos, en jornadas externas; recepción
de pasantes de acompañamiento terapéutico
de extensión universitaria; con posterioridad,
se obtuvo un lugar dentro de las reuniones de servicio
(¡tanto movimiento ameritaba!).
Junto con la tarea hospitalaria,
clínica y teórica, fue creciendo la
convicción de la impotancia del Acompañante
Terapéutico como Profesional de la Salud
integrante de un equipo interdisciplinario. Porque...
¿cómo evitar la internación
de estos pacientes, en muchas oportunidades, sin
que un AT sostuviera sus tratamientos, con las horas
que fueran necesarias permanecer junto a él,
siguiendo las indicaciones generales del equipo
tratante?
Esta certeza de lo imprescindible
de la incorporación de un AT para evitar
internaciones innecesarias, nos proporcionó
la base sobre la que nos apoyamos doce de esos cuarenta
y tres AT para crear una Asociación que pudiera
brindar, organizadamente, ese servicio para todos
los pacientes que lo necesitaran y que además,
transmitiera nuestra experiencia hospitalaria a
los participantes de nuestros cursos, seminarios
y supervisiones.
Una certeza, una idea, un deseo
decidido, la fuerza de un grupo homogéneo
de trabajo, nos permitió cumplir quince años
desde aquella reunión ya fuera del hospital
-un 3 de noviembre del año 2000-.
Y la sorpresa como una constante:
se puede crecer, desarrollar, desplegar, todo es
posible cuando la creación inicial, deja
lugar a las invenciones posteriores.