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con el decir “bueno…”, no lo voy a
contar (risas). Creo que deja como un
halo, no sé si de esperanza, que no
tiene nada que ver con la autoyuda
sino con el poder transitar de un modo
cada vez más consciente las propias
versiones, los propios dolores, el pro-
pio sufrimiento, todas las vocecitas que
cada uno tiene adentro, y permite decir
“bueno, están”, pero también hay otros
posibles, ¿cómo se construyen esos
posibles?, reconociendo, por lo menos
para el personaje, lo que hay y lo que
le hace daño, y lo que lo hace sufrir, y
en base a eso la posibilidad de algo
distinto. En principio, la valentía de po-
der decirlo en voz alta, después vemos
qué pasa. En el final te da una noción
de que entendió algo, no sabemos
muy bien qué, porque tampoco está
muy claro qué se entiende, y ni siquie-
ra sé si es entender: le pasó algo, fue
consciente de los algos que le pasa-
ron, y entonces puede vivir con esa
disyuntiva de “bueno, me pasa todo
esto, lo sigo pensando, lo sigo viviendo
así, lo sigo sintiendo, pero también es-
tá todo esto que es posible”. Entonces
me parece que sí, claro, que hay posi-
bilidad por todos lados.
E- Posibilidad de creación.
T- Sí, el acto creativo, y ahí se
confundió un poco el autor con el
personaje, pero poder ponerlo en un
acto creativo ya es una forma de
transformar la propia realidad, la rea-
lidad en general. Con que a alguien le
llegue algo de lo que pasa ya es algo,
no importa qué, no sabemos a qué
nivel, no sabemos cómo, no sabemos
cuánto, algo, un mínimo.
E- Resueno con algo que
trabajo en una clase del curso anual
de Acompañamiento Terapéutico
sobre el concepto de experiencia. El
autor Jorge Larrosa, propone a la
experiencia como “lo que nos pa-
sa”, pensando un sujeto de la expe-
riencia como un territorio de paso,
de pasaje, donde quedan huellas,
marcas. Lo cual supone un sujeto
ex–puesto, al riesgo, a sentirse vul-
nerable, a salir herido
.
T- Nancy también habla de la
exposición, y rescatando a uno de mis
favoritos, en Mil Mesetas, Deleuze y
Guattari tienen una frase que a mí me
encanta, cuando hablan justamente de
los territorios, hablan de tener siempre
un fragmento de una nueva tierra, que
tiene que ver con eso, con la posibili-
dad, no sabemos ni de qué, ni cuándo,
ni dónde, ni cómo, ni qué quiere decir
un fragmento de una nueva tierra, pero
como una posibilidad habitable.
E- Me parece que hay algo de
esto que lo fuiste diciendo de dife-
rentes formas, de eso que resiste a
la explicación que implica un pasaje
por el cuerpo de quienes ven la
obra.
T- Sí, de hecho, hay reso-
nancias de una amiga que es artista,
dibujante, que hizo un dibujo, hay reso-
nancias en poemas, resonancias que
son “no puedo decir nada”, y eso está
buenísimo porque no tiene palabras, si
querés -lacanianamente- es algo de lo
real, es cuerpo desde todas las dimen-
siones que se te puedan ocurrir; enton-
ces, bordeamos un agujero con un
montón de palabras, yo te puedo decir
un montón de cosas, puedo escribir un
montón de cosas, incluso lo que está
dicho es un borde de ese agujero. Yo
creo que este camino del personaje
está muy cerca del agujero y eso es lo
que impacta. Es algo puesto en acto,
en palabra, que va más allá de la
palabra, puesto en escena, pero va
más allá de lo que pasa, porque te
pasa.