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otra, no hace que seas la otra. ¿Cómo
se hace para tener lo que uno quie-
re?”. “Se siente bien contarlo”
, dice.
Viene sola a sesión. Me muestra
artesanías que hizo en el taller.
Próxima ya al egreso del trata-
miento, fue admitida en un programa
que ofrece pasantías para trabajar a
cambio de una pequeña remuneración.
Pienso, recordando a Lacan en
el
Seminario de La Angustia
, en aque-
lla frase tan repetida por muchos:
“el
amor debe permitir al goce condes-
cender al deseo”
.
Cada lector dibuja su propio ma-
pa, sus paisajes y relieves que se leen
en los distintos capítulos de la novela.
Para finalizar, ¿qué esperar del
psicoanálisis en el hospital? Que no
cambiemos la posibilidad de jugar con
las cartas de la estructura, que nos de
la libertad para participar en el juego
sin chicanas, con los recursos huma-
nos y económicos que nos merecemos
y que se respete la dignidad del sujeto
sin arrasar el deseo.