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pieza a poder levantarse sin tanta
dificultad.
Se trabaja en reuniones con el
equipo de AT, instancia intermedia
entre el tratamiento individual, el hogar
y la defensoría. Periódicamente, reu-
nión de equipo mediante, debía justi-
ficar por nota la renovación trimestral
del AT a la Dirección de Infancia, ar-
duo trabajo pero sin dudas una apues-
ta a la salud pública.
Trabajamos su lazo al Otro. Lo
que marcó en la estructura, se repite,
sin saberlo. Sus enojos, el mal olor, su
impulsividad. Lugares donde quedaba
presa armando su propio encierro.
“Se
me escapa el pis, no la puedo contro-
lar”.
Se burlan.
Se interviene: “
lo que no sirve
se tira. Si el pis se escapa, dejalo… El
olor de lo que no sirve espanta ¿Por
qué compartís eso?”
Estas intervenciones la enoja-
ban. “
¿De que lado estás vos?”,
me
preguntaba. Se le respondía que
estaba ahí.
3. Soñar en vida
Belén se instala de otro modo
en el tratamiento. Trabajamos con fo-
tos de cuando era chica. Allí se la ve
en distintas situaciones y lugares. Me
sorprendo al ver un hombre muy ma-
yor junto a su mamá, de unos escasos
veinte años. Se le señala la mirada de
su padre, la sonrisa con la que la sos-
tiene. En varias fotos, que recorren dis-
tintos momentos de su infancia, ella
sonríe, acompañada de un adulto. Su
madre aparece en una sola foto mirán-
dola dulcemente.
“Mi mamá era muy
joven cuando me tuvo”.
Subrayo “
te tu-
vo”.
Le señalo el gesto de su madre al
mirarla.
“No se por qué me abandonó”
,
primera vez que su decir presenta al-
guna vacilación. División en juego que
vocifera alguna suerte de relativización
en su historia. “
Hay cosas que duelen
y que no podemos saber, pero pode-
mos mirarlas de otra manera”
.
Belén recuerda hitos de su his-
toria: el jardín, su madrina, los actos de
la escuela, su padre, al que vio morir
en el hospital.
En un sueño, la obligan a llenar-
se la boca con cigarrillos. Asocia con
su papá que fumaba mucho y murió de
un cáncer de pulmón. Se interviene di-
ciéndole:
“¡con la boca llena no se pue-
de hablar, vos estás sana!”
Boca llena,
taponada de muerte.
En otro sueño, alguien cercano
la obliga a ponerse pañales y ella no
quiere. Asocia este sueño con un re-
cuerdo donde le dicen, siendo ella
grande -púber-, que se pusiera los pa-
ñales para no ensuciar. Se interviene:
“¡pis en un pañal! ¿Quién te obliga?
Ahora decidís vos qué hacer con lo
tuyo”.
¿Podríamos pensar que estos
sueños tramitan en su repetición el
exceso –trauma- que marcó su consti-
tución no pudiendo producirse la ce-
sión del objeto?
A partir de estos sueños, la enu-
resis mejora. Belén se enoja menos.
Habla de sus miedos: viajar sola, ir de
excursión con la escuela, el miedo a
que la reten.
“Quiero no tener más la
incontinencia, quiero hacer deporte sin
agitarme”.
“Mentía porque no podía decir lo
que me pasa. Hacía como que no pasó
nada por la vergüenza. Escondía ropa
sucia en un cajón, no sabía cómo
explicar que me había hecho. Yo saca-
ba la ropa interior de alguna chica y
negaba que había sido yo, decía que
me culpaban, pero yo quería tener eso,
me gustaba”
. Le digo: “
tener lo de la