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D

espués de un recorrido teóri-

co práctico, que comienza en la Jorna-

da de Anudar y concluye en el Semina-

rio de Trastornos de la Alimentación,

pensamos -junto a los participantes- al-

gunas particularidades en torno a la

función específica del Acompañante

Terapéutico de pacientes bulímicos/a-

noréxicos.

Sabemos que son pacientes

que suelen no tener registro de enfer-

medad, es decir, no solo hay negación

de enfermedad sino que existe una in-

tencionalidad de sostenerla, casi como

un estilo de vida. Es por eso que se

hace difícil el acceso de Acompa-

ñantes Terapéuticos a dispositivos de

tra-tamiento de estos pacientes, ya

que el primer lugar que le da el pa-

ciente a su AT es el mismo que le da al

alimento: el rechazo.

Llegar a un lugar de escucha,

sin exigencias rígidas, podrá favorecer

la inclusión de un Acompañante Tera-

péutico. Ofrecerle un lugar diferente,

correrse del lugar de la súplica y la a-

menaza en torno a la necesidad de ali-

mentarse, permitirá crear un lazo con

el paciente, necesario para abrir el jue-

go hacia la palabra, hacia lo “no dicho”

del paciente, permitiendo abrir otro ca-

nal a la resistencia del anoréxico.

Pensamos también a la inclu-

sión de un Acompañante Terapéutico

como lugar tercero. Una terceridad que

se juega en un cuerpo de a dos. Por

ejemplo, entre una paciente y su ma-

dre, ofreciendo la posibilidad de abrir

una tercera vía que alivie al sujeto de

la “simbiosis mortífera”, quien se deba-

te entre la presencia materna como u-

na intrusión devastadora, y su ausen-

cia como un abandono desgarrador. El

Acompañante Terapéutico se ubica, en

estos casos, como un tercero pacifi-

cador, posibilitando un alivio frente a

esta disyuntiva en la que queda atra-

pado el paciente.

El Acompañante Terapéutico de

pacientes bulímicos/anoréxicos permi-

te romper con aquello que Lacan lla-

maba “la debilidad mental del añoré-

xico”, entendida como esa fijeza en el

cuerpo delgado. La palabra del pacien-

te queda atrapada en este pensamien-

to rígido, circunscripto solamente a la

alimentación y a su cuerpo. El AT

podrá ofrecer otra posibilidad, abrir el

juego a otros temas, sin desmerecer la

subjetividad del paciente.

El AT es fundamental como po-

sibilitador del lazo social, tan debilitado

en estos casos. Lazos perdidos en la

necesidad de los sujetos de aislarse

del mundo. El Acompañante Terapéu-

tico permitirá abrir otro espacio posible,

que posibilite al paciente reencontrarse

con los lazos perdidos o iniciar nuevas

relaciones con las personas y/o con

sus propios intereses.

Pensamos también que el lugar

del Acompañante Terapéutico de pa-

cientes bulímicos/anoréxicos transita

por lugares complicados con respecto

a su posición frente al paciente. Por