Página | 23
quería estar con ella demasiadas ve-
ces, aún cuando él era cariñoso, ella
no se sentía bien. Le repudiaba tanto
sexo. Cuando se casó, ni siquiera sa-
bía cómo se hacían los niños, sólo fue
en el momento en el que tuvo a su pri-
mera hija, no entendía muy bien esto.
El sexo no es para ella. Él no la com-
prende.
Querría un hombre, su compa-
ñía, no importa que no tuvieran rela-
ciones sexuales, solo necesita su pre-
sencia, tomar un café, salir a cenar,
conversar acerca de la vida. Su
esposo ni siquiera quiere hablar de sus
hijas. Él le dijo “yo hablo con mis hijas
no de mis hijas con vos”. Ese tema ya
no se habla en casa. No sabe por qué
se casó con él, no estaba enamorada.
Tal vez él se sentía solo como ella.
A su hija mayor la perdió, ese es
su verdadero sufrimiento. Es un puñal
en el pecho. Siempre fue una malcria-
da, “me dice que estoy enferma, que
estoy loca, pero no se da cuenta de
que ella también está mal”. El proble-
ma fue que desde pequeña su hija le
decía de todo, y el padre nunca le pu-
so un límite. No responde a sus llama-
das telefónicas, no le habla, siente que
la odia. Cuando su hija era chica ella
no sabía cómo jugarle.
Tiene dos hermanos, ambos
psiquiatras, que no le hablan, tampoco
responden a sus llamados. “Tienen ín-
fulas de ser psiquiatras, se creen los
importantes”. “Mi hermano me dijo que
la relación conmigo no le convenía. No
entiendo cómo puede decirme esto,
como si fuera una relación comercial”.
En general, la comunicación con
su familia -en este momento- se basa
en los mensajes que M les deja en el
buzón, sin ser respondidos la mayoría
de las veces.
Necesita una mamá, sostiene.
No sabe por qué, solo sabe que tiene
dolor en el alma
, que por más trata-
miento médico y psicológico, ese dolor
no ha podido desaparecer. Expresa:
“
Las palabras no cubren el vacío de las
cosas”.
Sin embargo, ya no quiere se-
guir repitiendo la historia que ha con-
tado miles de veces a los psicólogos,
psiquiatras, de todas las orientaciones,
los conoce bien: humanistas, biologi-
cistas, ambientalistas, estructuralistas,
freudianos, kleinianos, lacanianos. 40
años hablando sin escuchar a los de-
más. Hablando siempre de papá y ma-
má.
Ella es la vida, quiere vivir, quie-
re liberarse, llegó el día de la liberación
femenina. No tiene por qué hacer lo
que dice su marido, ni su psiquiatra.
Ahora quiere ser una
mujer
, aquella
que nunca ha sido. Siempre se ha sen-
tido como una niña. Quiere irse de
Buenos Aires, quiere ir a Suecia.
I. II. De su invención
1
En M hay dos aspectos que, en
la actualidad, lleva a cabo, que tienen
valor para sí y le permiten armar algo
para llegar al otro.
Uno de estos es ayudar a los
demás. Hacer colectas, algo que siem-
pre ha hecho, incluso de joven. En es-
te momento recolecta ropa para los
chicos de un hospital público, así como
también dinero y ropa para ancianos
de un hogar geriátrico. Es algo que la
mantiene “activa”, sino estaría “echada
en la cama, con depresión”. No sabe
qué va a hacer cuando termine la co-
1
Miller se refiere a la invención psicótica, como aquello que el
psicótico logra inventar con lo que no hay. Cómo apela a los recursos
que tiene o no para suplir la forclusión del Nombre del Padre, y
obtener algún tipo de anudamiento que lo ayude a estabilizar 2007.